miércoles, 2 de mayo de 2012



Hace 30 años, en 1982, esto pasaba y el estado hacía silencio.. tanto, que lo hicieron secreto de estado…



Submarinos ingleses y misiones secretas en Santa Cruz

Una nota asombrosa pero a la vez completa que nos lleva a pensar que tanto se conoce de la verdadera historia de la Guerra de Malvinas llevada al continente, de cuanto secreto hay guardado de ambas partes que no quieren verse involucradas,habran sido submarinos rusos? ¿Se oculto el derribo del UH-1 para no generar pánico en las ciudades costeras que tenían bases militares? o para no quedar mal ante el mundo de que los ingleses andaban incursionando en tierras argentinas?, misterios y misterios que espero con el tiempo se terminen de hacer realidad 
Las naves británicas fueron detectadas en Caleta Olivia el 1° de mayo. Un día antes, una misión de combate de dos helicópteros argentinos que buscaban comandos británicos terminó en desastre con 10 militares muertos. 
A las diez y media de la mañana del 1º de mayo de 1982, cuando estallaba la guerra en las Islas Malvinas y la task force británica intentaba copar Puerto Argentino, dos submarinos enemigos fueron detectados en las cercanías de la costa argentina, vecinas a Caleta Olivia, provincia de Santa Cruz.
La revelación, conocida un cuarto de siglo después de la guerra, no proviene de archivos desclasificados británicos, como podía esperarse, sino de la documentación argentina archivada por el coronel Fabián Brown, jefe del Servicio Histórico del Ejército. Figura en el Libro Histórico y en el Diario de Guerra del Liceo Militar General Roca de Comodoro Rivadavia, protagonista tal vez involuntario pero innegable de una parte de la Guerra de Malvinas que se libró en el continente. La información histórica, a la que tuvo acceso Clarín, fue ratificada por oficiales y ex soldados que prestaron servicio en ese Liceo Militar.
Unos y otros aportaron también información clave sobre la caída de un helicóptero argentino en la zona cercana a Caleta Olivia el 30 de abril de 1982, dos días antes de la detección de los submarinos, y apenas tres días antes del hundimiento del crucero General Belgrano por el submarino nuclear Conqueror.
Estos testimonios y la documentación a la que tuvo acceso este diario revelan que el helicóptero que cayó en Caleta Olivia, y en el que murieron diez militares argentinos, estaba en una misión de combate en el continente en búsqueda de un grupo comando británico que, se afirmaba entonces, había desembarcado cerca de Caleta Olivia y se había refugiado en una estancia de la zona. 
El 2 de abril de 1982, cuando fueron recuperadas las Islas Malvinas, las fuerzas militares argentinas apresaron a varios marines británicos. Seis de ellos y un guardafaros, fueron enviados al Liceo Militar General Roca de Comodoro Rivadavia como prisioneros de guerra. Varios días después, fueron enviados a Montevideo y, al menos uno de ellos, se reincorporó a las fuerzas que lucharon en Malvinas. Los días que pasaron los británicos en Comodoro Rivadavia, estuvieron cargados de tensión y bajo la amenaza de que un comando enemigo intentara rescatarlos de su prisión.
Esta historia fue revelada a Clarín por siete ex soldados que sirvieron en el Liceo Militar: Marcos Medina, Edgardo Blaguerman (que fue custodio e intérprete de los prisioneros de guerra británicos), Eduardo Taboada, Enrique Pirani, Darío Filazzola, Oscar Steinbach y Luis Daniel García. Medina y Blaguerman llevaron la voz cantante del relato. Pero el resto aportó datos preciosos y precisos sobre los dos episodios y una foto, que se reproduce en estas páginas, donde se los ve, muy jóvenes, junto al soldado Fernando Luis Sieyra, que murió en el helicóptero que cayó el 30 de abril. Clarín entrevistó también, en Córdoba, al teniente coronel retirado Héctor Marengo, en aquellos días capitán en el Liceo Militar de Comodoro, que ratificó todos los dichos de sus ex soldados (ver "Fue muy raro...").
El alerta sobre la eventual penetración en el continente de fuerzas especiales británicas no decayó con la partida de los prisioneros. En realidad, hoy se sabe que el 23 de abril el gabinete de guerra de Margaret Thatcher modificó sus Rules of Engagement, sus reglas de guerra, para permitir un ataque submarino al portaaviones "25 de Mayo", al que sospechaban cerca de la costa. Además, el general inglés Julian Thompson alentaba el ataque a bases aéreas argentinas en Río Grande y Río Gallegos para eliminar la amenaza de los Super Etendard de la Armada.
Dos anotaciones del Libro Histórico y del Diario de Guerra del Liceo General Roca son reveladoras de lo que ocurrió el 29 de abril. Dicen:
"El día 29 de abril, siendo aproximadamente las 2015 horas, el señor Director del Liceo Militar General Roca recibió la información que un grupo de comandos habían desembarcado en un puerto intermedio entre Caleta Olivia y Puerto Deseado; por lo cual se organizaron dos patrullas de combate, las cuales iniciaron un movimiento de aproximación helitransportados a las 2100 horas aproximadamente, dado que las dos aeronaves debieron concurrir a hacer reabastecimiento a la base de la Brigada Aérea".
"Se informó a los oficiales de Enlace de la Policía del Chubut y Santa Cruz, efectuar patrullajes en Ruta 3, toda persona que hable idioma inglés exclusivamente y con notable acento extranjero deberá ser detenida y remitida al Dest Icia 182"
La última anotación es de las 12 de la noche del 29 de abril. A esa hora, las tripulaciones de los dos helicópteros, una, en la máquina AE419, al mando del teniente coronel Miguel Angel Clodoveo Arévalo, jefe de la "Agrupación Comodoro Rivadavia" y la otra al mando del capitán Marengo, habían aterrizado cerca de Caleta Olivia. El ex soldado Medina, integrante de una de las tripulaciones del helicóptero, recuerda hoy: "Llegamos a la costa agazapados y a la playa cuerpo a tierra; íbamos armados y con las armas sin seguro. Nos decían que íbamos a fuego, es decir, a entrar en combate. La gente del primer helicóptero montó guardia hasta las dos de la mañana y nosotros fuimos a descansar a la comisaría de Caleta Olivia, que quedaba sobre la playa. Los reemplazamos a esa hora hasta las seis y media. A las siete y minutos salimos hacia los helicópteros que habían aterrizado a unos cinco kilómetros. Cuando nosotros llegamos al nuestro, ya el primer helicóptero se había ido. Salimos con rumbo al sur, era un día brumoso y volábamos sin contacto de radio con la otra máquina. Ibamos a una estancia llamada "La Floradora" donde se suponía que estaban los comandos. Aterrizamos y estuvimos hasta pasado el mediodía. Recuerdo que los oficiales vigilaban con prismáticos, hasta que, sin tener noticias de la otra máquina, los oficiales deciden volver a la comisaría de Caleta Olivia.
A las 12,15 del 30 de abril, el helicóptero del coronel Arévalo ya había sido declarado en emergencia. Siguen tres anotaciones del libro histórico del Liceo Militar General Roca.
"30 1240 Abr 82. Prefectura de Caleta Olivia informa haber encontrado restos de un helicóptero los que fueron identificados por el oficial piloto de la otra aeronave"..
"30 1315 Abr 82. Cte Cpo Ej V (se refiere al general Osvaldo García) ordena no dar a publicidad ni comunicar dicha novedad a los familiares."
"30 1320 Abr 82. Se ordena al Area efectuar rastrillaje total y con todos los medios (aproximadamente Bahía afuera 10 Km al sur de Caleta Olivia)"
Los restos del helicóptero AE419, un pedazo del tanque de combustible, fueron hallados por un civil que los acercó a la comisaría de Caleta, recuerdan hoy los ex soldados del Liceo Militar. "Había restos esparcidos en un radio de trescientos metros —recuerda Medina— y nos metimos en el agua hasta la cintura para rescatar los cuerpos que estaban totalmente mutilados: sólo rescatamos seis cadáveres, después de esperar cuatro horas a que bajara la marea para poder recuperarlos de la restinga. Cuando se dieron cuenta de lo que estábamos haciendo, nos relevaron de la tarea, nos desarmaron y nos recluyeron en la comisaría de Caleta Olivia. Allí estuvimos creo que tres días, hasta que volvimos al Liceo."
Al día siguiente, 1º de mayo, mientras la aviación británica atacaba la pista del aeropuerto de Puerto Argentino en el primer intento de desembarco en las islas, en el Diario de Guerra del Liceo Militar se anotaba: "01 1030 May 82. Se detectó 2 (dos) submarinos en dirección a Caleta Olivia".
Luego se ordenó el repliegue a Comodoro Rivadavia del Regimiento de Tanques 8, y quedaron apostados en Caleta Olivia el Regimiento 1 de Infantería "Patricios" y la Compañía de Ingenieros 3.
Es la única referencia hecha en el Diario de Guerra a la detección de dos submarinos en la zona costera argentina. Las pericias sobre el helicóptero AE419 nunca fueron hechas públicas. Aún hoy se ignora si se trató de un accidente, como se dijo inmediatamente después, o hubo algún tipo de enfrentamiento con las fuerzas enemigas. 
En el AE419 murieron el coronel Arévalo, el teniente primero Roberto Remi Sosa, los tres aviadores del Ejército, teniente primero Marcos Antonio Fassio, sargento Pedro Campos y cabo primero Néstor Barros, y los soldados Jesús Marcial, Oscar Millapi, Marcelo Cini, Luis Sieyra y Daniel Palavecino. Todos fueron condecorados post mortem con la "Medalla de la Nación Argentina al Muerto en Combate".
Sus nombres figuran en el monumento que, en Retiro, recuerda a los héroes argentinos muertos en la Guerra de Malvinas.
"Fue muy raro, los cuerpos estaban mutilados y desnudos" 
"La Guerra de Malvinas no sólo se peleó en las islas, nosotros perdimos diez hombres cuando fuimos a una misión en cercanías de Caleta Olivia, al norte de Santa Cruz; cuando fuimos en busca de un grupo de elite británico". Quien habla es el teniente coronel retirado Horacio Marengo (60); quien el 29 de abril de 1982 participó de dicha avanzada en busca de las tropas enemigas.
La documentación a la que tuvo acceso Clarín respalda el testimonio de Marengo, entonces capitán del Ejército, de servicio en el Liceo Militar General Roca de Comodoro Rivadavia.
Marengo contó que el director del Liceo, teniente coronel Miguel Angel Arévalo "nos informó que se había llevado adelante la recuperación de Malvinas y que los oficiales, suboficiales y soldados de nuestro instituto se sumaban al combate". 
"El 29 de abril a la noche —recuerda Marengo— nos informaron que comandos británicos habrían desembarcado al sur de Caleta Olivia en capacidad de ejecutar operaciones especiales en el continente. Salimos en dos helicópteros hacia la estancia La Floradora de propietarios ingleses, porque había posibilidad de que los comandos hicieran base. Pasamos la noche en Caleta Olivia". A la mañana siguiente, con diferencia de 15 minutos partieron otra vez los dos helicópteros. Por tierra marcharon soldados de la Compañía de Ingenieros 3. 
"Nosotros nos equivocamos de ruta, seguimos por otra; después nos agarró bruma marítima; al rato aterrizamos a dos kilómetros de la costa". El otro helicóptero había desaparecido. A las pocas horas, pobladores y Prefectura encontraron sus restos a unos diez kilómetros de Caleta Olivia: "Para mí fue muy raro ver lo que vi: los cuerpos estaban mutilados y desnudos; el fuselaje se hallaba en la restinga de la costa y el rotor a unos 300 metros hacia la derecha".
—¿Cree que el helicóptero fue abatido?
—La verdad, no lo sé. La Justicia Militar nunca nos interrogó. Debió haber una investigación. Nuestra misión fue buscar a un comando enemigo.
Para el Ejército, Marengo, no peleó en la Guerra de Malvinas. El 29 de octubre de 2003 se lo comunicó una nota del director General de Bienestar del Ejército, general Francisco Goris, según un dictamen de la Asesoría Jurídica de esa Dirección.
Prisioneros ingleses, cuando la guerra pasó por Comodoro Rivadavia 
Una foto lo eternizó, a su pesar con las manos en alto, vestido de combate, la cara tiznada, rendido ante las fuerzas argentinas que recuperaron las Malvinas el 2 de abril de 1982. Era uno de los militares británicos que protegían las islas. Alto, corpulento, con negros bigotes, se había refugiado junto a una patrulla en las serranías cercanas a Puerto Argentino. El y sus compañeros, junto al guardafaro de la isla, fueron apresados el sábado 3 de abril.
El 5 de abril, Stefan Charles York, de 27 años; James William Mc Kay, de 21; Gary Moor, de 19; Jeffrey William Warnes, de 36; Richard Overall, de 22; y Martin Thomas Smith y Stephan Dale fueron llevados a Comodoro Rivadavia y alojados en el Liceo Militar General Roca.
Al pie del Hércules C-130 los esperaba el entonces jefe de la compañía de Reserva del Liceo, capitán Luis Bruno. En el Liceo, los recibió su director y jefe de la Agrupación Comodoro Rivadavia, creada el 23 de marzo, teniente coronel Miguel Angel Arévalo, que moriría veinticinco días después en un helicóptero del Ejército que cayó al mar, cerca de Caleta Olivia.
Se decidió alojarlos en el Liceo Militar, en el interior de la Sala de Armas de una de las compañías de cadetes, el único sitio con rejas al que se podía apelar.
Los datos y la historia de los prisioneros de guerra británicos fueron revelados a Clarín por Edgardo Blaguerman, uno de los ex soldados del Liceo Militar y seis de sus camaradas de entonces. Blaguerman fue custodio de los prisioneros de guerra británicos e intérprete, junto a otro soldado, Claudio Tantignone.
—Lo primero que les preguntaron fue qué querían comer. "¡Carne!" gritaron. Y se les dio carne. Arévalo ya les había dicho que estaban como prisioneros de guerra y que iban a ser tratados según la Convención de Ginebra. Los tipos no decían nada. Tenían una actitud muy profesional.
Con el correr de los días, Blaguerman entró en confianza con el marine de la foto. Hoy cree que puede ser McKay o, por la edad, Warned.
—Me preguntaba cuántos años tenía. Y me decía que él tenía treinta y ocho años, que tenía dos hijos, que había peleado en Indonesia, que yo podía ser su hijo y que cuando ellos invadieran el continente me iban a tratar bien porque yo los trataba bien. Después pidieron hacer gimnasia y se lo permitieron. Fuera de la sala de armas, donde se habían puesto cuchetas, había guardias armados; pero nosotros, que estábamos en contacto con ellos dentro de la sala de armas, estábamos desarmados.
Alguien no había previsto lo imprevisible. Una noche, durante la guardia desarmada de Blaguerman, se cortó la luz en el Liceo Militar.
—Yo me llamo Edgardo, pero ellos pronunciaban mi nombre algo así como "Edouardo". De pronto, en medio de la oscuridad, empezaron a golpear las camas metálicas con objetos metálicos y a gritar: "¡Edouaaaardooo... Edouaaaardooo...!" Fue un poquito inquietante. Por suerte la luz volvió enseguida.
Durante los días de detención de los británicos en el Liceo General Roca, crecieron las versiones sobre una misión de rescate de los prisioneros por fuerzas especiales británicas. El liceo había sido evacuado de sus cadetes, chicos de entre doce y diecisiete años, y lo mismo había sucedido con los familiares de los militares argentinos.
—Días después de la llegada de los prisioneros hubo un tiroteo bastante intenso en en los alrededores del Liceo. Nunca supimos quiénes nos dispararon.
Por fin, las autoridades militares del continente decidieron enviar a los prisioneros a Montevideo para que fuesen devueltos a Londres. Blaguerman evoca:
—Nos regalaron sus pañuelos, a mí el grandote me dio su paquete de primeros auxilios, de esos que llevan en el casco, y que todavía conservo; hasta nos regalaron algunas caricaturas que nos habían hecho. Al final se había creado una buena relación.
Blaguerman los guió hacia el micro que los llevaría al aeropuerto. Una foto, publicada en los medios de la época y que se reproduce en estas páginas, lo muestra señalando el camino al marine de esta historia. En el bolsillo derecho de la chaqueta, el soldado argentino lleva los pasaportes británicos. Desde Montevideo, los británicos fueron enviados a la isla Ascención.
Lo que se sabe es que el marine de los brazos en alto se reintegró a la task force y regresó a luchar en Malvinas. Una foto lo atestigua: se lo ve al pie del mástil el día en que los británicos vuelven a izar su bandera en Puerto Argentino. Y lo asegura una historia que Blaguerman y sus compañeros, que quieren reencontrarse con aquellos soldados, conocen muy bien.
—Un teniente primero, ahora retirado, de apellido Echeverría, contó que en una lucha cuerpo a cuerpo en Malvinas estuvo a punto de ser muerto. Su enemigo no lo mató. Y le dijo: "No lo hago porque Blaguerman y Bruno me trataron bien en Comodoro Rivadavia". 

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