viernes, 12 de julio de 2019

ANEXO XX. CARTA DE UN HÉROE HARTO DE AGRAVIOS
A los pusilánimes
En el año 2008, el valeroso sargento ayudante ( R ) Oscar Reinaldo Carabajal, veterano ex combatiente de Malvinas perteneciente al Ejército Argentino, dio a conocer una carta destinada a ese grupo de cobardes que enrolados en las agrupaciones de ex combatientes, sólo saben lloriquear y prestarse al juego de corruptos y perversos, denigrando y calumniando a las Fuerzas Armadas de la Nación con el oprobioso propósito de obtener prebendas. Para esos pusilánimes que por simples migajas hasta su hombría y dignidad han llegado a vender y sobre todo para los integrantes del CECIM, Centro de Ex Combatientes de La Plata, que por marchar hacia donde soplan los vientos apoyaron la decisión del Concejo Deliberante de Mar del Plata, de retirar el cuadro del heroico capitán Pedro Giacchino del recinto de sesiones, va dirigida esta carta, escrita por un soldado de verdad, un hombre cabal, muy diferente a ellos, que denigran la tierra que los cobija y a la argentinidad toda.
Como Suboficial Retirado del Ejército Argentino y como Veterano de Guerra, quiero expresar mi bronca ante tanto agravio por parte de una minoría de soldados ex combatientes de Malvinas (CECIM), y 5 quiero decirles a esos llorones cobardes, que al momento de producirse la guerra se encontraban cumpliendo con una ley de la Nación, aprobada por el Congreso de la Nación, es decir civiles, no militares, y desde hace 26 años que buscan culpables por haber participado en la defensa de nuestro territorio, no fueron voluntarios, no tienen las agallas suficientes como para eso, pero hoy se creen y quieren hacer creer a la sociedad que son los únicos que combatieron, que los oficiales y suboficiales somos unos “cobardes, torturadores y represores”. Me cansé de estos nenes de mamá.
Quiero decirles a estos cobardes que, con 23 años, tuve el honor de conducir en el frente de batalla a verdaderos soldados, que no arrugaron ni en los momentos más difíciles; es más, en una oportunidad, les dije “lo único que podemos hacer es apoyar a primera línea y vamos a combatir hasta el final, no creo que nos tomen prisioneros” y fuimos, como verdaderos soldados, a dar la vida por ese pedazo de suelo argentino sin quejarnos.
No nos tocó, no tuvimos suerte, pero hoy llevan con orgullo la condición de veteranos de guerra, sin lloriqueos; por esto y mucho más, no puedo seguir permitiendo que un grupo minúsculo de pusilánimes pisotee la memoria de señores oficiales como el teniente Roberto Estévez y de los señores suboficiales como el sargento Antonio “Perro” Cisneros, Ismael García, Sbirt y tantos otros que dieron su vida en el frente de combate.
También quiero decirles, señores llorones, que tuve el honor de combatir a la par de señores suboficiales, como el sargento Juan López, el cabo 1º Daniel Fernández y los cabos (todos de 19 años) Alejandro Luján, Ramón Najar, Sixto Escobar, Aguirre Orlando, todos pertenecientes al glorioso Batallón de Comunicaciones 181 y que todos, de una manera u otra, arriesgaron sus vidas y no andan llorando por los rincones.
Quiero decirles a estos mantequitas que no vi nunca a familiares de los suboficiales y oficiales caídos en combate llorando y dando lástima por todos los medios por lo que les pasó; al contrario, se sienten orgullosos de que su hijo, hermano o padre hayan dado su vida por este bendito país; que los antes nombrados y muchos como ellos no se merecen ser involucrados y llamados cobardes, que estos valientes guerreros no se detuvieron a perder el tiempo para estaquear soldados; solamente se dedicaron a cumplir con su objetivo, defender nuestra soberanía nacional, aun a costa de sus vidas, y así lo hicieron.
Estos hombres deben ser honrados y no difamados por estos cobardes llorones que se encuentran apadrinados por parte de algunos sectores políticos y la señora de Bonafini; ya todos sabemos quién es: todo lo que no va con sus ideales son traidores y asesinos, caso Rucci, y que dejen de poner trabas para que se amplíe la ley 12.006, Pensión Honorífica Islas Malvinas, de la Provincia de Buenos Aires, que nos corresponde, porque así lo dice la Constitución en su Art. 16 “principio de igualdad ante la ley”, porque el enemigo no hacía diferencia entre oficiales, suboficiales o soldados, todos somos veteranos de guerra, y si hubo algún oficial o suboficial que hayan hecho abuso de autoridad durante el conflicto, que se los denuncie y que la ley los juzgue como corresponde, pero que no nos metan a todos en la misma bolsa.
Caso contrario, estamos bastardeando y pisoteando la memoria de los 10 oficiales y 230 suboficiales muertos pertenecientes a la Armada Argentina, los 14 oficiales y 36 suboficiales muertos del Ejército, los 36 valientes pilotos y los 14 suboficiales de la Fuerza Aérea, los 2 oficiales y los 5 suboficiales de Gendarmería Nacional y los 2 suboficiales de Prefectura Naval; en total, 349 muertos entre oficiales y suboficiales que hoy son custodios de nuestras islas Malvinas.
Seguramente, para los pusilánimes del CECIM, estos héroes son “cobardes, torturadores y represores”. ¿Qué les decimos a los familiares? ¿Que se merecían morir por ser miembros de las Fuerzas Armadas? ¿Que la ley es solamente para algunos y no para todos? O, mejor dicho, la ley ampara a los cobardes que fueron obligados y no a los que fueron por propia voluntad?
Pero, claro, estamos en el mundo del revés.
Señores cobardes y llorones: ustedes sí son cobardes, porque se esconden detrás del poder político y yo soy suboficial retirado del Ejército argentino y me siento orgulloso de serlo y les puedo asegurar que no soy cobarde, torturador ni represor.
Bahía Blanca
Oscar Reinaldo Carabajal,
sargento ayudante ( R )
Ejército Argentino

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